Las pruebas a la Fe

1 de Pedro 1: 6, 7 (NVI)
Esto (la salvación) es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele.


Estas palabras de consuelo y esperanza fueron escritas por el apóstol Pedro a la iglesia, que en sus primeros años, estaba experimentando una intensa persecución. Son palabras también muy relevantes hoy en día, entre otras cosas, porque muchas personas creen y enseñan que si se convierten a Cristo, sus sufrimientos cesan automáticamente. Esto no es así. Aunque es cierto que caminar con Cristo nos evita muchos problemas en la vida, todavía pasamos por lo que la Biblia llama “pruebas”.

Las pruebas pueden venir en forma de una crisis, una enfermedad súbita, la pérdida de un ser querido, un cambio drástico de vida o incluso como un desierto lleno de momentos difíciles en los cuales no percibes la presencia de Dios, la iglesia no te parece tan emocionante como antes o sientes que tus oraciones no pasan del techo. Tal vez te preguntes si has ofendido a Dios, o si Él te ha dejado. Pero Dios no nos hace pasar por dificultades solo para vernos sufrir. Más bien, Él permite tribulaciones en nuestra vida para ayudarnos a madurar espiritualmente; para ayudarnos a vivir por fe, no por vista, sentimientos o emociones.

En el pasaje de 1 de Pedro 1:1-7 podemos notar algunas verdades respecto a las pruebas. Inicialmente debemos entender que aunque Dios nos ha escogido para una misión especial, antes de que pueda usarnos, debe desarrollar su carácter en nosotros. Eso lo hace permitiendo las dificultades que prueban y purifican nuestra fe, (a semejanza del proceso de purificación del oro). En medio del dolor que estés experimentando a causa de una prueba, hay tres verdades que debes recordar:

1) Recuerda quien te escogió, quien te dio convicción de pecado y quien te redimió.
A los elegidos…según la previsión de Dios el Padre, mediante la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser redimidos por su sangre. (vs 1,2)
Nunca debes olvidar a quién perteneces, tú eres un hijo de Dios. Pero ustedes son linaje escogido…pueblo que pertenece a Dios. (1 Pedro 2:9)

2) Recuerda que Dios te ha prometido el regalo maravilloso de la vida eterna.
¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! por su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo para que tengamos una esperanza viva… (v3).

3) Recuerda que Dios te protegerá siempre, hasta que alcances tu destino final: El cielo.
…y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos. (v.4,5).

Los cristianos tenemos momentos en los cuales sentimos muy cerca la presencia el Señor, subimos como Moisés al monte para tener con Él esos tiempos tan significativos, sin embargo, no siempre estamos allí, hemos de descender a los valles de presión, tensión, temores y dificultades propios de la vida cotidiana, en un mundo caído. Es allí donde nuestra fe es puesta a prueba con el propósito de que se fortalezca.
"Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele".  
Hermano en Cristo, recuerda que Dios no quiere destruirte sino prepararte y que el mayor desarrollo de nuestra fe y carácter se ve cuando aplicamos en los valles lo que hemos aprendido en las cumbres.
Mi oración es que seas fortalecido en la crisis que estás atravesando y que salgas de ella más parecido al Dios que te dio la vida.
Sirviendo con gozo a Jesús,



Ricardo Castillo
Pastor Presidente ICCC Colombia